sábado, 4 de diciembre de 2010

¿Consumismo o Sinsumismo?

Nos guste o no, el año se acaba. Eso lleva implícito ciertas cláusulas escritas en letra pequeña, esas que habitualmente sólo leemos después de haber firmado y que generalmente no suelen ser de nuestro agrado. Entre ellas se encuentran las fiestas, las celebraciones religiosas, el reencuentro con la familia, la iluminación sistemática de ciudades, comercios y casas, gordos de rojo colgados de las ventanas, un puñado de nuevos ricos saliendo por la tele promocionando el alcoholismo, turrón hasta en la sopa... la lista es interminable.

Para algunos, esos detallitos pueden ser más o menos agradables o desagradables, no voy a entrar en esos menesteres. Lo que sí voy a tocar es una cosa que a mi me fastidia soberanamente y que pasa año tras año en el mundo de los videojuegos: el lanzamiento indiscriminado de bombazos en la campaña navideña.

¿Por qué puñetas desde septiembre hasta diciembre salen cien juegos al mes, de los cuales por lo menos cinco son de esos imprescindibles que no te puedes perder? Vale, cualquier persona en su sano juicio se alegraría de tener tanto donde elegir, pero es que todo tiene un límite. Sólo por poner un ejemplo, cojamos los títulos más o menos imprescindibles de este año: Gran Turismo 5, Call of Duty: Black Ops, Castlevania: Lords of Shadow, Vanquish, Star Wars: El Poder de la Fuerza 2, Assassin’s Creed: La Hermandad, Need for Speed: Hot Pursuit, The Sly Collection, FIFA 11, World Rally Championship... ¿sigo? Y eso es sólo contando PS3.

Entre los que se me olvidan y los que no son son tan imprescindibles llenaríamos el resto del artículo. Entonces, ¿por qué esta avalancha? Nadie tiene ni tiempo ni dinero para jugar a todos estos títulos. Malditos, nos hacen escoger. A mi de niño me hacían escoger a quién quería más, si a mamá o a papá. Ahora ha cambiado la forma, pero sigue siendo casi lo mismo. ¿Cual dejo en la tienda, el nuevo Black Ops o el nuevo Assassin’s Creed. ¡Maldición, los quiero todos!

Que duda cabe que antaño los videjuegos eran un negocio que manejaba unas cifras más discretas. Las inversiones eran menores y mucho más fáciles de recuperar. Ahora mismo, cada juego tiene detrás tantísima pasta metida que si no vende como mínimo un millón de copias se considera un fracaso en ventas. ¡El mundo se ha vuelto loco, un millón es un fracaso! Eso provoca que las distribuidoras inviertan una cantidad desorbitada de dinero en marketing y publicidad, destinada a crearnos una expectación desproporcionada (comunmente conocida como “hype”). Y vaya si nos la crean.

Al final llega noviembre y todos picamos. Nos repatea escoger, pero lo hacemos. Compramos, probablemente alguno más de los que debemos/podemos, provocando que el año que viene vuelva a pasar lo mismo. Volverá a llegar Navidad y volveremos a estar inundados de juegos que “necesitamos”, cual yonkis con el mono. Un mono que nos meten ellos, las compañías, para que pasemos por caja un poco más de la cuenta. Es que claro, en estas fechas parece que está justificado pasarse un poco de la raya. ¡Cómo nos conocen!.

De hecho, estas fechas están tan saturadas de lanzamientos, que algunas compañías retrasan sus juegos para principios del año siguiente. Incluso ellos saben que ya no tenemos más dinero para invertir en su vicio, que no podemos permitirnos más juegos. Lo saben tan bien, que títulos tan gordos como podrían ser Little Big Planet 2 o Killzone 3 los retrasan para enero y febrero respectivamente, cuando hace años hubieran sido clarísimamente carne de noviembre/diciembre.

Luego la contrapartida la ponen los meses de verano. Entre junio y agosto no sale ni un triste juego interesante. Lo único bueno es que en esas fechas rebajan lo que ahora no compremos y cual turrón caducado lo podemos disfrutar entonces, un poco más barato. Oye, ¿que curioso que el turrón siempre caduque en verano, verdad? 


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