domingo, 30 de enero de 2011

Una de piratas cojos con pata de palo.


Antes de nada, debo decir que estoy totalmente en contra de la piratería. Los motivos los expondré más adelante, pero de momento quiero empezar este artículo confesando que no siempre ha sido así. En los albores de la historia, cuando los dinosaurios (digitales) dominaban la tierra, en la época de los Spectrum, Amstrad y MSX, cuando tan sólo era un pequeño e inocente zagal, comencé mis andanzas en el lado oscuro. Era fácil, era tentador... ¡caray, era barato!


Por aquel entonces corrían los 80 y la música se escuchaba en cintas de cassette. Pero no era la única utilidad que tenían esos mágicos soportes, ya que también servían para almacenar juegos. Mediante un reproductor conectado al ordenador se podía cargar el juego en un periodo que oscilaba entre los 5 y los 25 minutos*. En aquellos maravillosos años bastaba con una grabadora de cassette de doble pletina para ahorrarte las 1.200 pesetas (7,21 Euros) que costaba un juego nuevo, algo que con la paga de un humilde mozalbete requería de mes y medio de paciencia y ahorro. 


Claro que por aquel entonces no había Internet, ni sitios donde alquilar los juegos, así que dependíamos de los amigos para hacer las copias. Las cintas originales eran baratas y había demasiados juegazos  que quería disfrutar, así que nunca me paré a pensar qué daño podía estar haciendo a nadie. Sí, de aquella ya estabamos igual que ahora.


Después llegaron los ordenadores "modernos" y pasó lo mismo. Las cintas fueron sustituidas por los diskettes, que se copiaban con la misma facilidad. A estos le siguieron las primeras consolas, en mi caso una Súper Nintendo, que también era muy fácil de copiar. Bastaba con comprar un pequeño aparato que se encajaba en la bahía de cartuchos y que transfería el juego a un diskette (o varios), para posteriormente poder cargar el juego desde dicho diskette a la memoria RAM del aparato. Seguía siendo demasiado joven y demasiado inexperto.


Después llegó la era PlayStation. Aquí la cosa tampoco era muy complicada, ya que en los primeros modelos bastaba con ir al menú de música, introducir un juego original y rellenar una pequeña pestaña con plastilina para que la consola pensara que la tapa estaba cerrada. Leía el disco original y luego haciendo un cambio de disco arrancaba el juego copiado como si fuera el que pusimos inicialmente. Sony corrigió este fallo en cuanto se dio cuenta del truco, pero al poco salieron al mercado los primeros chips que permitían cargar las copias como si fueran originales. 


No requería ningún esfuerzo más allá de hacer unas pocas soldaduras en el interior de la consola. Las grabadoras de CD estaban cada día más asequibles y los discos vírgenes eran tan baratos que casi te pagaban por llevártelos. Las tarrinas de 100 discos volaban, las grabadoras echaban humo 24 horas al día... eramos unos inconscientes. Acumulábamos juegos sin ningún interés por jugarlos, nos daba igual lo que estuviéramos copiando, era una orgía de bits que nos llevaba a tener varios miles de juegos que jamás jugábamos ni cinco minutos. ¿Y para qué?


Personalmente llegué a sobrepasar la cifra de mil copias en mi haber, momento en que me di cuenta de la realidad. ¿Para qué quería tantos juegos si al final no jugaba a ninguno? No había ningún título que me llenara, perdían completamente su valor dentro de aquellas enormes tarrinas. Gastaba más en discos vírgenes de lo que gastaría en comprar un juego original cada mes, sobre todo en aquella época en que las novedades eran muy baratas, sobre 6.500 pesetas (39,07 Euros) nada más**.


Por aquel entonces empecé a pensar que los juegos con los que más me divertía eran los que tenía originales. Tenían un valor añadido a la diversión, me sentía más ilusionado con ellos, con su serigrafiado, con su caja original, con su manual de instrucciones... tenían algo que en aquel entonces no sabía definir. Así que tomé la determinación de no volver a copiar ningún juego nunca más, ni volver a comprar ningún juego pirata.Si no podía permitirme todos aquellos que quería, tendría que aprender a seleccionar.

Y desde entonces he cumplido mi intención. He pasado por Dreamcast, por PlayStation 2, PlayStation 3 y un par de PC, y jamás e vuelto a jugar con una copia. Con los años me he sentido como un idiota al pagar por ciertos juegos malos, algunos con avaricia, que por supuesto no se merecían mi dinero; pero esos han sido pocos. La mayoría han sido juegos buenos, geniales o incluso obras maestras. Y precisamente cuando juego a un Uncharted o a un Gran Turismo me siento orgulloso de haber pagado por ese pedacito de código que no hace sino darme enormes momentos de diversión. Eso era lo que no sentía cuando jugaba con copias y sí cuando jugaba con originales: orgullo.

Y es que sentir que algo te gusta y que colaboras con ello es la mejor forma de disfrutarlo. Pensar que ayudas a la gente que se ha estado deslomando para crear esa maravilla de juego, que los recompensas por su esfuerzo, decirles que estás encantado con lo que hacen... te deja una sensación totalmente agradable. Lo triste es que es muy difícil darse cuenta de ello sin haber estado en el otro lado, pero cuando se consigue volver la sensación es genial. Se vuelve a disfrutar de un entretenimiento que puede llegar a ser increíble.


Sin embargo, hoy en día la piratería ha dado una vuelta de tuerca muy extraña. Ya no es como antes, que copiabas un juego y eras pirata. No, ahora es más complicado. Ahora la ley dice que la gente tiene derecho a tener una copia de seguridad de cualquier cosa, tenga el original o no. Ahora si no hay animo de lucro, no hay delito. Ahora los “hackers” son vistos como héroes que desafían a las malvadas multinacionales que quieren dominar el mundo [\ironic mode off]. Ahora la “scene” justifica que se reviente un sistema de seguridad. Me pregunto si la gente defendería tanto la scene si alguien pirateara el cajero automático donde saca la pasta para programar un come-cocos... y que luego llegara un listo para aprovechar ese hackeo y limpiar sus cuentas. Es probable que eso hiciera menos gracia.

Al final, pienso que todo esto no son más que excusas para que los piratas puedan aplacar la conciencia. Yo mismo las necesitaba cuando lo era. Tal vez sea para evitar las consecuencias legales de sus actos. Tal vez a algunos simplemente les gusta infringir las normas, saltarse la seguridad, o simplemente romper lo que se les ponga delante. He visto a vándalos romper cosas sólo por diversión; tal vez los hackers se dedican a romper sistemas de seguridad por el mismo motivo. O tal vez quieren un empleo... si yo trabajara en Sony sin duda contrataría a todos los que han conseguido saltarse la protección de PS3 y los pondría a trabajar en un sistema que ni ellos pudieran romper.

A fin de cuentas, todo esto viene a cuento de una de las peores noticias que estamos viendo casi cada día. Entre el grupo fail0verflow y el hacker Geohot, la seguridad de PlayStation 3 ha caído. Y lo ha hecho de la peor forma posible, pues han encontrado la clave maestra del sistema, lo que permite a cualquiera firmar lo que le de la gana como si fuera código aprobado por Sony. Ahora mismo se pueden firmar aplicaciones caseras para que se ejecuten como originales. Se puede instalar un firmware pirata como si fuera original. Y lo que es peor, se pueden firmar juegos copiados como si fueran originales. No hace falta chip, ni truco, ni nada... es meter la copia y jugar como si fuera legal.
Mucha gente disfrutará con la noticia porque podrá tener las copias de seguridad de sus juegos originales, o podrá ejecutar aplicaciones caseras. Pero por cada uno de esos usuarios legales siempre habrá 10.000 desalmados que sólo usarán este agujero en la seguridad para jugar sin pagar. No hay más que ver lo mal que le ha ido a Dreamcast o a PSP por el exceso de pirtaría, ya que al final las compañías no desarrollan juegos porque no sale rentable, ya que las ventas son muy bajas. Y la culpa de ello es que siempre habrá gente sin escrúpulos capaz de pasarse un Metal Gear o un God of War sin haber pagado por ellos y sin sentir el más mínimo cargo de conciencia. Lo mismo que hay miles de personas que no nos devolverían la cartera si vieran como se nos cae del bolsillo. Yo he sido uno de ellos, sé lo que hay al otro lado y sé lo que se siente estando ahí.

Afortunadamente, todos podemos cambiar, corregir los errores del pasado y ser mejores. Y en estos momentos es lo único que le queda a Sony, apelar a la gente para que haga lo correcto, para que sepa valorar el trabajo que están haciendo y que nos proporciona un hobby inigualable en cuanto a diversión. La puerta al lado oscuro se ha abierto de par en par, pero depende de cada uno cruzarla o no. Apoyar a la gente que crea juegos o aprovecharnos de ellos. Yo ya  hice mi elección hace unos años y cada día me siento orgulloso de ello.

Delante: el piratilla. Detrás: los secuaces de la Sinde.
*Y nos quejamos ahora cuando un juego tarda más de 10 segundos en hacer una carga. ¡JA! De aquella daba tiempo de preparar la merienda y zampársela antes de que acabara de cargar.
**Los juegos de Súper Nintendo costaban la friolera de 13.000 pesetas (78,13 Euros)

    2 comentarios:

    1. Buena reflexión, amigo Dani.

      Lástima que no hubiesen sido más coherentes (sony), y ya que su consola hasta ahora no era pirateable, haber vendido el software un poco más económico que la competencia, como elemento diferenciador.

      Así apelar a la gente, ha hacer lo correcto, tendría más fuerza.

      Mal por los piratas y mal por sony (su política de precios y capar funciones que ya traia la maquina cuando la compré).

      En estos momentos hay tantos títulos y tan poco tiempo para todos ellos, que salvo muy contadas excepciones, que la política de precios ya la marco yo, entre 35 a 50 leuros 3/4 meses después del lanzamiento oficial.

      Para mi, es como mucho el precio de los juegos ahora.

      PD. Comparto la sensación de vacio, indecisión y falta de motivación, cuando se tienen toneladas de juegos piratas.

      La piratería dañina de verdad, es la que hace perder ventas entre los compradores reales de ese producto.

      A veces se produce una bajada compulsiva, que sólo es un vicio de bajar por bajar, por ver cosas nuevas.

      En mi caso, cierto es, que los títulos que he bajado/o me han pasado (PC - PSP) no pensaba comprarlos y al final no los juego, como máximo los pruebo. Lo que me interesa de verdad, siempre lo he comprado original, esperando si es el caso, a que baje de precio.

      Ahora ya hace mucho tiempo que ni ganas de bajar tengo (incluso pelis o series).

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    2. Amigo Java, que bien te entiendo. Yo he ido bajando cada vez menos cosas hasta el punto de que ya me da hasta pereza buscarlas.

      Pero te entiendo también cuando criticas la política de Sony, sobre todo al principio de la generación. Pero piensa que entonces estaba Ken Kutaragi al frente y afortunadamente ya lo echaron. Ahora las cosas son distintas y para mejor.

      Lo de los precios... buf, yo pienso que en España tenemos unas mafias, empezando por la SGAE, que son los que inflan los precios y los hacen prohibitivos. Pero afortunadamente tenemos la importación, las ofertas de los centros comerciales (20%-18% de descuento algunos días) o las promociones como la de Little Big Planet 2 (20 Euros de descuento).

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